¿Cobrar por hacer un presupuesto? A muchas empresas y autónomos la sola idea de hacerlo les puede parecer una locura y sin embargo, es una opción con sus ventajas y desventajas. De hecho, hay sectores donde es una práctica habitual.
En este sentido, el principal baremo de muchas empresas para cobrar por presupuestar es lo que haga su competencia. Si es una práctica generalizada, lo más habitual es que ellos también cobren.
Desde un punto de vista legal, no existe ninguna limitación. La ley no prohíbe cobrar por hacer un presupuesto. Sin embargo, sí que obliga a informar de forma expresa y clara de antemano de antemano y que el cliente lo acepte. En caso no hacerlo, el cliente puede negarse a abonar después este cargo.
La Ley tampoco fija una cantidad máxima para el presupuesto, que es diferente a una factura proforma. Puedes cobrar lo que estimes oportuno por el presupuesto y lo idóneo es que detalles de la forma más clara posible el coste de cada uno de los pasos.
Ventajas de cobrar por el presupuesto (y cuándo hacerlo)
¿Por qué cobrar por hacer un presupuesto? Básicamente porque así obtienes un ingreso adicional que compensa ese esfuerzo previo al trabajo por el que te van a contratar. Esa es su gran ventaja.
Por el contrario, la desventaja es que puede dejarte fuera de mercado si la competencia no lo hace o dañar tu imagen de marca si el presupuesto no está bien elaborado. Precisamente por eso es muy importante detallar de forma lo más clara y precisa cada partida de ese gasto.
Por ejemplo, habrá que detallar el desplazamiento o las horas de trabajo para realizar una estimación del coste.
¿Cuándo cobrar por hacer un presupuesto? Como norma general los de presupuestos no se pagan. La razón es que en la mayoría de profesiones estos presupuestos son un trabajo hasta cierto punto estándar. Es decir, que son propuestas que no incluyen ningún valor añadido, sino más bien escalar lo que cobras en función de las unidades o aplicar la tarifa que uses para ese tipo de trabajo.
Eso es lo que ocurre en el ámbito del marketing, la consultoría, programación, periodismo, pintores…
Por el contrario, hay otro tipo de presupuestos más elaborados que sí implican una carga de trabajo y, además, pueden aportar valor añadido. Es lo que ocurre con los servicios de arquitectos, ingenieros, electricistas, fontaneros o talleres mecánicos.
En estos casos es posible que haya que desplazarse, lo que supone un gasto y también un tiempo, realizar un estudio de la situación del cliente, por ejemplo si te piden presupuesto para implementar una estrategia de marketing integral, o revisar la normativa vigente, por ejemplo en una reforma.
Además, hay presupuestos que pueden aportar un valor añadido en sí mismos si incluyen un estudio del coste según los materiales que se vayan a utilizar o, en el caso del transporte, revisar qué rutas y medios es mejor usar.
Alternativas a cobrar por el presupuesto de antemano
Si nunca has cobrado por hacer un presupuesto es normal que te surjan dudas técnicas, como ejemplo cómo calcular el bruto o neto y otras sobre la forma en que solicitarlo.
Una alternativa muy extendida es cobrar el presupuesto sólo si al final el cliente no contrata el servicio. En caso de que el cliente contrate los servicios, el coste del presupuesto se descontaría de la factura final y sería como un regalo por hacer confiado en ti.
Otra fórmula es cobrar el presupuesto incluyéndolo en la factura final. El hándicap es que con esta variante sólo te pagarán el presupuesto si lo aceptan y te contratan.
Por último, hay sectores en los que puede tener sentido fijar con el cliente una bolsa de horas o un servicio de consultoría mensual mínimo en lugar de estar haciendo presupuestos de forma constante.
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